Breve historia (ilustrada) de Federico Chueca

Hace tiempo alguien decidió que la plaza de Chueca se llamaría así: Chueca -un apellido en este caso- en referencia a Federico Chueca, el compositor madrileño. Esta persona -la que la nombró- quería, suponemos, que el personaje quedase inmortalizado, revivido una y otra vez por las eléctricas pisadas de quienes transitan diariamente este espacio urbano. Por los peatones: desfibriladores andantes.

Quizás no fuese necesario asegurarse esta forma de memoria, ya que el personaje del que hablamos se ganó un gran hueco en el corazón de muchos/as madrileños/as, y creó varias obras que le han sobrevivido ¡que seguro que conoceréis! 

Aún así, por lo menos en Zara, agradecemos que finalmente la plaza lleve ese nombre, no solo porque así nos hemos detenido en su historia, que nos ha inspirado a crear estos dibujos, sino, porque creemos que es un apellido que, la verdad, le sienta muy bien al barrio. ¡A ver si coincidís con nosotr@s!

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Lo primero que habría que decir es que Federico tenía, como se suele decir, un talento innato para la música. Eso sí, recibió una educación selecta y desde los seis años, estudió solfeo. Con nueve, el público se quedó con su nombre en una audición pública y puede que si sus padres no hubieran decidido matricularle en el Conservatorio, ese mismo año, aquello se hubiera quedado en una anécdota feliz. (O en una existencia bastante dividida a esas alturas). Pero lo hicieron. Esta misma pareja, que había confiado en las dotes de su hijo, luego se atemorizó y obligó a Federico a matricularse en Medicina. Cosa que él hizo, pero que abandonó enseguida.

Pero no vamos a dejaros así, abandonar una carrera y dar ese disgusto a tus padres, no puede resolverse en una línea. Chueca nació en el año 1846, empieza Medicina en los sesenta, no queda mucho para el exilio de Isabel II y el comienzo del Sexenio Democrático (Revolución Gloriosa 1868). En 1865 fue detenido en una manifestación estudiantil contra el gobierno de Narváez, lo cual le llevó a pasar algunos días en el calabozo. Allí compuso Lamentos de un preso , obra que llevó a uno de los grandes compositores del momento, Francisco Asenjo Barbieri, que se sintió interesado por su música y le prestó su apoyo, y que finalmente, convenció a Chueca para dejar la Medicina y dedicarse a la Música.

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El éxito no llegó enseguida, pasó penurias económicas trabajando como pianista e improvisador en diferentes cafés de la capital. Creó melodías bailables que gustaron a un gran publico, normalmente colecciones o tandas de valses, polkas y demás formas populares de la época. Un día, su suerte cambió y fue contratado como director de orquesta del Teatro de Variedades: allí comenzó su carrera como compositor de zarzuelas y revistas. Y dice la Academia de la Historia: "su obra se desarrolló a lo largo de treinta años, los mismos que personifican la historia del género chico, al que parece personificar. Siempre se ha definido a Federico Chueca como el músico de Madrid, creador de una música popular, netamente castiza, enraizada en el folklore urbano".

El género chico es una obra que dura lo que un acto de una zarzuela. Citamos a la Fundación Juan March: en 1868, en vísperas de la Gloriosa, el teatro, como toda la sociedad española estaba en crisis: los locales cerraban o no cubrían gastos por el elevado precio de las entradas. En medio de esta crisis generalizada, tres actores, José Vallés, Antonio Riquelme y Juan José Luján, decidieron ofrecer funciones "por horas" a precio reducido para atraer a mayor cantidad de público. (Fue todo un éxito).

En los años setenta, Chueca ya era un personaje conocido de la vida madrileña. Tenía gran curiosidad por las novedades, por lo visto ¡fue de los primeros en montar en bicicleta y en conducir un coche!

Se le conocía como el músico que había llevado la vida madrileña (al menos la del último cuarto del siglo XIX) al escenario. No sé si habréis visto alguna de sus obras, el otro día vimos la de Agua, azucarillos y aguardiente, uno de sus sainetes más conocidos ¡y pasamos un muy buen rato!

Está disponible en You Tube, os dejamos el enlace: Agua, azucarillos y aguardiente

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¿Le sienta bien este apellido a la plaza de Chueca o no? El gusto de Federico por lo popular, lo mucho que hizo por entretener y divertir... Y la gran libertad y valor con los que se lanzó a crear su camino en la música nos convencen 🙂

Aún así, para cerrar nos apetecía resaltar el hecho de que la plaza de Chueca desemboca directamente en la calle Barbieri :). Esto ya lo sabíamos antes claro, ¡pero ahora todo es distinto!, hace mucho más bonito el hecho de que nuestro local se encuentre precisamente en el número ocho de esta calle.

¡Buen jueves compays! Y ya sabéis si queréis dejarnos algún pensamiento, ocurrencia, pregunta... nos encantará leeros.

Fuentes:

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